Todos sabemos que el ejercicio es esencial para gozar de buena salud—no importa si es un ejercicio aeróbico, o un entrenamiento para fortalecernos o ejercicios que involucran la mente y el cuerpo como el yoga u otro tipo de actividad física.

Antes de ponerse en marcha, asegúrese de que provee una nutrición adecuada, en preparación para el ejercicio, con el fin de maximizar los esfuerzos. Considere el consumir carbohidratos simples. Se digieren con facilidad y le ofrecen una energía rápida. Algunos ejemplos de estos son las barras de granola, los frutos secos y las galletas saladas. Una idea para una comida rápida podría ser avena con una cucharada de mantequilla de cacahuete y ½ taza de fruta.

¿Realmente importa dónde se hace el ejercicio? ¿Se pueden obtener los mismos beneficios si hacemos ejercicio en el gimnasio que al aire libre?

La investigación sugiere que cuanto más expuesto a la naturaleza sea su ejercicio, más probable es que se sienta mejor mental y físicamente.

Por ejemplo, un estudio de 754 hombres y mujeres mayores que hacían ejercicio habitualmente halló que los que caminan, trotan o hacen otra actividad física al aire libre tenían más probabilidades de hacer ejercicio con más frecuencia, durante más tiempo y con más constancia que los que hacían ejercicio en el interior.

La teoría es que el hacer ejercicio en el exterior le produce placer a la gente, ofrece distracciones naturales de la actividad repetitiva, como correr en una cinta, y crea una sensación de recuperación.

¿Cómo? Varios estudios han dado a conocer que el ejercitarse en la naturaleza puede reducir el cortisol, también conocido como la hormona del estrés. Y un estudió halló que las personas que montaban en bicicleta en la naturaleza, en vez de en un gimnasio, hablaban con sus compañeros por tres minutos más. Esa agradable interacción hizo que con más probabilidad quisieran volver a hacer ejercicio que los que lo hacen en el interior.

Otro estudio observó a 14 hombres y mujeres que hacían bicicleta y entrenamiento para fortalecerse ya fuera en el interior o al aire libre. Los investigadores encontraron que el grupo que lo hacía en el exterior tenían una presión sanguínea inferior después del ejercicio, comparado con el grupo que lo hacía en el interior.

Y, por supuesto, hacer ejercicio al aire libre, al sol, le ayuda a su cuerpo a producir vitamina D, lo que puede reducir el riesgo de enfermedades cardiacas, de la diabetes tipo 2, la demencia, la osteoporosis, la depresión y otros problemas de salud graves.

Con todo este ejercicio, puede que se sude bastante, así que asegúrese de mantenerse hidratado. Parte de vivir una vida saludable incluye también el elegir productos que sean saludables para el planeta. Diga “no” al agua embotellada y escoja en su lugar una botella de agua reutilizable. Si pudiera ser, elija una botella de agua sin BPA, porque ayudará a reducir los desechos y minimizará el impacto de los plásticos en el cuerpo.

Una vez haya terminado el ejercicio, asegúrese de comer algo pronto. Una razón es que es importante remplazar el glucógeno que se ha consumido durante el ejercicio. Esto es para evitar tener un nivel de azúcar bajo en la sangre, especialmente si se es diabético. En segundo lugar, para que se recupere el músculo con rapidez, hay que consumir proteínas.

Un tentempié para después del ejercicio podría incluir 2 galletitas estilo Graham con una rodaja de pan integral, mientras que una comida para después del ejercicio podría incluir una tortilla de verduras con aguacate y ½ taza de patatas asadas o un batido de proteínas. ¡Añada valor nutritivo a su batido de proteínas con ingredientes como las espinacas o la col rizada, las semillas de chía y otros!

Así que ya sea una vuelta por la pista del Instituto, un paseo por la playa, montar en bicicleta por las montañas o taichí en el parque, la próxima vez considere hacer algo de ejercicio al aire libre, en la naturaleza.